Hoy se cumplen 88 años de aquel golpe de estado fascista que se dio contra el legítimo gobierno de la II República, que causó una guerra y que implantó en este país una dictadura de 40 años.
Esta es una de las verdades históricas que las derechas ultras, las más ultras y los/as nostálgicos/as del franquismo pretenden ocultar con cínicas y embusteras llamadas a la “concordia”.
Hace años ya que, gracias al trabajo serio, riguroso y científico de historiadores/as empeñados y empeñadas en conocer y difundir la verdad, sabemos que en 1936 hubo una sublevación militar, dirigida por Franco y otros generales.
Sabemos que aquella sublevación fracasó porque la ciudadanía demócrata defendió la legalidad constitucional y sabemos que, apoyados por la Alemania nazi y la Italia fascista, los sublevados empezaron una guerra.
Quienes niegan la evidencia tratando de reescribir la historia, quienes se instalan en la legitimación de la sublevación y del régimen franquista por la “necesidad” de salvar la patria del desastre, nunca podrán convencer de que un régimen democrático, como era el de la II República, fuese culpable de una sublevación militar.
Al contrario. La historia, los datos, los documentos, los archivos, las hemerotecas, … demuestran que las asonadas militares, los golpes de estado y las sublevaciones militares siempre son responsabilidad de quienes no aceptan las normas y reglas del juego democrático establecido. Siempre van contra la legalidad y el orden constitucional vigente. La historia nos dice, igualmente, que cuando triunfan siempre implantan una dictadura.
Eso es lo que pasó en este país y esa es la verdad, por mucho que quieran negarla y a pesar de que deroguen las leyes de memoria democrática que empezaban a abrir las puertas a la verdad, a la reparación, a la exhumación de fosas y a la dignificación de las víctimas del franquismo.
Hoy, 88 después, vemos como las derechas asumen el negacionismo, el odio y el rencor de la ultraderecha y, con sus leyes de “concordia”, blanquean y legitiman el franquismo, igualan a víctimas con victimarios y siguen ocultando a la ciudadanía la verdad de lo sucedido.
Hoy, a los 88 años de aquel golpe de estado, y a los 46 años de democracia seguimos sin tener un inventario actualizado de las fosas comunes, siguen miles y miles de familiares de víctimas esperando el momento de enterrar dignamente a los/as suyos/as, seguimos sin tener ese necesario y urgente banco de ADN que ayude a identificar a las personas asesinadas. Hoy, en nuestros centros escolares, se sigue enseñando una historia tergiversada que no deja conocer, y por lo tanto entender, lo sucedido y lo que es una dictadura genocida.
Hoy seguimos sin que puedan juzgarse las violaciones de derechos humanos, los crímenes de lesa humanidad, que están documentados por historiadores y organismos internacionales y que demuestran que durante la dictadura franquista se cometieron asesinatos, torturas, expolio, robos de bebés, y la persecución y exterminio de quienes no eran obedientes y sumisos a la dictadura.
Hoy volvemos exigir la condena del franquismo y la restauración de las leyes de Memoria Democrática que reconocían los derechos de las víctimas.
Hoy exigimos al Sr. Azcón que demuestre su respeto con las víctimas del franquismo, y con la verdad, y anule la derogación de la Ley de Memoria Democrática de Aragón que está pendiente de resolución definitiva del Tribunal Constitucional. Hoy reclamamos al Sr. Azcón la retirada inmediata de ese Plan de Concordia publicado en el BOA.
Hoy emplazamos al Sr. Azcón para que, una vez que VOX ha salido del Gobierno, demuestre si está del lado de la verdad, del lado de las víctimas o sigue situado en el negacionismo de lo que fue el franquismo.
Hoy, el Sr. Azcón, debería demostrar su talante democrático y reconocer que la reparación de las víctimas del franquismo y la Memoria Democrática debe ser tarea y obligación de todas las instituciones que se digan democráticas y no solo de las Asociaciones Memorialistas que, independientemente de lo que hagan Azcón y las derechas, seguiremos trabajando por la Verdad, la Memoria, la Justicia y el Derecho a conocer como garantía de No Repetición