Hace poco la Asociación Charata para la Recuperación de la Memoria Histórica de Uncastillo vio cumplido uno de sus más anhelados deseos: realizar un homenaje público y un entierro digno en honor de D. Antonio Plano Aznárez, alcalde socialista y vicepresidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, asesinado públicamente, el 5 de octubre de 1936, por los fascistas por sus ideales sociales y políticos.
Un año atrás se había realizado en el cementerio municipal de Uncastillo la exhumación de los restos de Antonio Plano a solicitud de sus familiares. La intervención arqueológica fue llevada a cabo por el Equipo Arqueológico Forense de Aragón (Fco. Javier Ruiz, Cristina Sánchez, Miriam Gracia y Ricardo Gayán) con la colaboración de familiares, miembros de Charata, vecinos y vecinas de Uncastillo y otros voluntarios como los del Batallón Cinco Villas.
Los trabajos arqueológicos, que se amparaban en el marco legal que ofrecen la Ley 20/2022 de Memoria Democrática y la Ley 14/2018 de Memoria Democrática de Aragón, fueron financiados con una subvención concedida a Charata por la Diputación Provincial de Zaragoza, contando en todo momento con la total colaboración del Ayuntamiento de Uncastillo.
La muerte de Antonio Plano fue inscrita en 1942 en el Registro Civil de Uncastillo constando que “recibió sepultura en el cementerio de esta villa”. La situación de la tumba estaba marcada por un simple ladrillo cogido con cemento colocado por la familia junto a un viejo ciprés.
Entre los días 28-29 de abril 2023, 87 años después del asesinato, se excavó un sondeo arqueológico en ese mismo lugar y los trabajos culminaron con el hallazgo de una fosa individual. Estaba el esqueleto de un varón, con una edad comprendida entre 33 y 46 años, y una estatura aproximada de 173 cm. Presentaba muerte violenta por múltiples impactos de proyectiles de arma corta de fuego. Además, se hallaron diversos objetos que correspondían a la ropa que llevaba en el momento del homicidio, como por ejemplo los botones de nácar de la camisa, los corchetes y las hebillas-pasador del pantalón y dos zapatos de cuero con cordones de 28.5 cm de longitud marca BERTA.
El esqueleto presentaba varias fracturas y claras evidencias de muerte violenta, tenía las manos atadas y estaba cubierto de restos de cal viva. El estudio antropológico forense determinó que sufrió múltiples lesiones esqueléticas por lo que se pudo establecer claramente la causa de muerte por impactos de proyectiles de arma de fuego.
Asimismo, presenta otra fractura perimortem en la mandíbula, quizás producida por las torturas previas a su asesinato, y una fractura fragmentaria en cuña en la tibia derecha, que pudo ser causada por el episodio conocido del golpe en la pierna, propinado con un azadón, por el falangista «Juanillo el Hojalatero».
En el cuerpo también se localizaron hasta 17 proyectiles del calibre 9 Corto, munición utilizada por diversas armas de fuego (pistolas y revólveres), incluidos algunos modelos reglamentarios en el ejército o en la Guardia Civil. Finalmente, entre las piernas se hallaron cuatro casquillos, cuya localización en el fondo de la fosa sólo se explica por el hecho de que el cadáver fuese tiroteado una vez allí depositado.
Cabe recordar que Antonio Plano Aznárez tenía 43 años en el momento del homicidio y una estatura de 1.73 metros. Así pues, todos estos datos nos permiten confirmar histórica y antropológicamente buena parte del relato sobre la muerte de Antonio Plano en un episodio de extrema violencia y también desmentir algunas inexactitudes muy difundidas popularmente. En definitiva, las nuevas autoridades fascistas organizaron un escarnio público y acabaron vilmente con la vida de Antonio por su acción política y sindical en beneficio de los más débiles de la sociedad.

