La madrugada de un 5 de agosto, hace ya 85 años, 13 jóvenes, trece mujeres, trece resistentes al franquismo, fueron llevadas a las tapias del madrileño cementerio de la Almudena. También sacaron de la cárcel, y asesinaron en el mismo sitio, a 43 hombres, 43 compañeros en la lucha por la defensa de la libertad y la democracia.
Desde el día de antes sabían que iban a ser asesinadas y asesinados en la madrugada siguiente.
El 3 de agosto, el Consejo Permanente de Guerra, institución represora creada por el franquismo, había sentenciado a ellas y ellos a muerte. Esas 56 personas fueron declaradas “responsables de un delito de adhesión a la rebelión”. La resolución dictada precisaba que la sentencia debía ejecutarse en el plazo máximo de 72 horas.
La tarde del día 4, esas 13 rosas y esos 43 claveles, rojos como la sangre, estaban «en capilla», les permitieron escribir una última carta de despedida a sus seres queridos.
De todas ellas la más conocida es la que escribió Julia Conesa a sus padres que la acabó pidiendo que «su nombre no se borrara de la historia».
No se ha borrado, ni se borrará nunca. Ni el de Julia, ni el de sus compañeras, ni el de los otros 43 fusilados el mismo día y en el mismo sitio. No hemos dejado que sus nombres, y los de todas aquellas otras personas que fueron asesinadas por el franquismo, se olviden.
Desde la Plataforma de Acción por la Memoria en Aragón (PAMA) recordamos a esas 13 mujeres y esos 43 hombres asesinados. Junto al recuerdo va nuestro sincero homenaje. Lo hacemos frente al revisionismo que pretende reescribir la historia, lo hacemos frente al fascismo que resurge, lo hacemos frente a esa equidistancia que trata por igual a víctimas y a asesinos. Lo hacemos frente a esa falsa concordia con la que pretenden legitimar el silencio y el olvido mientras blanquean el franquismo.
Hoy seguimos su lucha por la libertad y la democracia.
Hoy, y siempre, seguimos reclamando Memoria, Verdad, Justicia y Reparación.